viernes, 25 de enero de 2008

Fe y guitarras

Imagina que un día vas andando por la calle y te encuentras a un tío tocando la guitarra. Enseguida te das cuenta que la guitarra que toca es muy mala, que está mal construida: se desafina constantemente porque las clavijas no van bien, y en general su aspecto es bastante cutre. Entonces, al pasar por su lado, oyes que murmura:
-Mierda de guitarra... cagüen la fábrica de guitarras...
-¿Dónde compraste esa chapuza?- preguntas, más que nada para saber adónde no ir si quieres comprar una guitarra.
-No, si yo no se la he comprado a ninguna firma... me la he construído yo mismo. Esque en las fábricas te toca aceptar lo que te den, y a mí me gusta hacerme las guitarras a mi manera...

Está claro que este hombre es un idiota. No sabe construir instrumentos, pero aún así prefiere hacerse una chapuza propia que aceptar algo bien hecho cuya única pega es que no es propio. Bien, es libre de hacerlo. ¿Pero por qué le echa la culpa de su ineptitud a la fábrica de guitarras?


Esta historia la entendemos si cambiamos el concepto "fábrica de guitarras" por "Dios" y el concepto "guitarra" por el de "vida", la vida propia, el diseño de nuestro camino. Cuánta gente, en una mala comprensión de su libertad, prefiere hacer lo que quiere que la voluntad de Dios, su auténtico bien. Se destrozan la vida a base de malas decisiones, ¡y luego le echan la culpa a Dios de su tribulación ("si Dios me amara no me pasaría tal o cual")! Y me dan ganas de gritarles que Dios no quería eso, que ese sufrimiento les viene de su egoísmo, que la vida que Dios pensó para ellos es como una guitarra ya diseñada, que sólo hay que ir a la tienda y cogerla, porque además ¡es gratis! Y llena, y hace feliz. Está mejor diseñada, está personalizada a cada individuo y suena mejor.

Sobre todo, conviene no olvidar eso último: SUENA MEJOR.

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