domingo, 26 de octubre de 2008

Misterios gozosos, guía de la familia (V)

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QUINTO MISTERIO: EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO

María y José pierden al niño cuando, en la pascua, suben a Jerusalén. Los padres que pierden al hijo lo BUSCAN SIN DESCANSO, hasta que al tercer día aparece en el Templo, charlando con los doctores. Sin embargo, el niño se sorprende de esa búsqueda: ¿por qué le buscaban, si él tenía que estar ahí, en los asuntos de su padre?

Lo primero que nos enseña el misterio es la obligación de buscar al niño que se pierde. En el misterio anterior especificaba que la familia abandona su función de transmitir la Fe en el mismo momento en que el hijo toma su decisión personal, y si no ha tenido experiencia de Dios, ésta será de rechazo. La familia abandona la transmisión de la Fe, pero no para quedarse quieta, sino para iniciar la "búsqueda". Ya no podrá transmitirle, pero podrá rezar por él, y es su obligación rezar por él sin desfallecer, aprovechando toda oportunidad para intentar volverle hacia Dios. Los padres que ven a su hijo abandonar la Fe confiarán en que Dios se la devuelva, y siempre que puedan elevarán súplicas para que lo haga. Sin desesperar, con la perseverancia de María y José.

Pero a la vez, los padres deben saber cuándo es el momento de soltar a sus hijos y dejar que ellos mismos concluyan su etapa de formación en la iglesia doméstica familiar para tomar el relevo y ocuparse ya en primera persona "de los asuntos de su Padre". La familia sabe o debe aprender cuándo soltar a su hijo para que siga su propia vocación, que puede ser la explicada en el primer misterio, o una consagración. Ahí los padres sí ven terminada su función de iglesia doméstica, y dejan a su hijo marcharse, para cumplir con los designios de ese Dios al que ellos no escamotearon nada.

Misterios gozosos, guía de la familia (IV)

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CUARTO MISTERIO: LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO EN EL TEMPLO

María y José, como fieles de la religión judaica, presentan a su hijo al Señor en el Templo, haciendo el sacrificio ritual. María, además, se purifica por su parto. Así cumple esta familia con lo que dice su Ley, la Toráh.

La familia enseña a los hijos su religión, les enseña desde pequeños sus rituales, les introduce a ella desde el mismo momento en que están en el seno familiar. Mucha gente, en una mala comprensión de la libertad religiosa, deciden no bautizar a sus niños, dejando que "ellos decidan". Pero la familia no es un sitio donde solamente se "muestran" las creencias de los padres, es un sitio donde a los pequeños se les introduce en ellas. Es la iglesia doméstica, donde se recibe el germen de la Fe, y esa misma naturaleza de iglesia doméstica le impide desentenderse del acto de transmitir la Fe en Jesús (igual que nuestra naturaleza de hijos de Dios nos impide comportamientos indignos). Los hijos son de Dios antes que de los padres, y hasta el punto en que puedan, los segundos deben enseñarles de quién son y cómo darle culto (el límite es el momento en que la madurez del hijo le hace tomar su decisión, sea ésta de aceptación o de rechazo). Evidentemente, cualquier explicación de las realidades deberá ajustarse a la edad y entendimiento del hijo, reflejando los padres el cariñoso trato personal que Dios nos dispensa a todos.

La enseñanza es sencilla: la vocación familiar obliga de forma especial a la coherencia de la vida de Fe, dado que de esa coherencia deriva en parte grande la visión de Dios y de la Fe que tenga el niño; y también a la introducción del niño en su "engranaje": el bautismo, la comunión, la enseñanza en casa, el animarle a rezar y a confiar en Dios...

Misterios gozosos, guía de la familia (III)

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TERCER MISTERIO: EL NACIMIENTO

María tiene el hijo que Dios quiso para ella. Era lo que Dios quería, y su generoso "fiat" da lugar a lo que Dios había pedido. María conforma su voluntad a la de Dios. Éste le había llamado a casarse con José, pero vivir en celibato junto a él, y a tener UN ÚNICO HIJO. Y eso es lo que María hace. Al cuerno los planes propios. Ella es esclava, su voluntad es la de su Dueño.

Aquí contemplamos una de las cosas que hoy en día más se ponen en entredicho cuando hablamos de familia: la apertura a la vida. Dios no sólo nos llama a estar casados, ni siquiera a estar casados con esa persona concreta que Él eligió (como vimos en el primer misterio), sino que tiene un plan concreto para nuestra fecundidad: Dios ya sabe los hijos que va a tener el matrimonio, los pensó desde la eternidad y para Él ya tienen nombre. A María le pidió un hijo, pero a otro matrimonio le puede pedir dos, seis o doce, y el "fiat" de dicho matrimonio ha de ser igualmente completo y arriesgado.

Así pues, es obligación moral del matrimonio estar abiertos a ese plan que Dios diseñó para ellos. Porque pueden negarse a participar en él, impidiendo la vida con la contracepción. Dios nos pide que digamos que sí a lo que Él planeó para nosotros, y esa elección es real: se puede decir que NO, igual que un llamado a la vida religiosa puede no aceptarlo o en un momento dado abandonar el compromiso. Dios pide que la familia sea iglesia doméstica, y el ya ha decidido el número de "fieles" de esa iglesia. Él ya sabe cuántos hijos. Es cuestión de darle margen de actuación. Y si surgen dudas, lo mejor es orar, no un anticonceptivo.

Misterios gozosos, guía de la familia (II)

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SEGUNDO MISTERIO: LA VISITACIÓN

Vemos en este misterio un llamado a compartir. Habiendo aceptado la virgen su vocación, se va a casa de su pariente Isabel. Ellas comparten sus experiencias y alaban a Dios por lo grande que ha sido con ellas.

De esta forma, podemos deducir que, aunque la vocación es de cada familia y por tanto una no puede calcar su actuación de otra, dado que hay variantes a tener en cuenta, sí es importante que las familias cristianas se unan y se den experiencias y apoyo mutuo, o incluso consuelo y ayuda en caso de que lo necesiten. De hecho, recordemos que la virgen va a casa de su pariente a ayudarla. Así, entramos en una mirada de iglesia: todo el pueblo de Dios se ayuda mutuamente, en los buenos momentos con apoyo y felicitaciones, en los malos con un apoyo MAYOR y con toda la ayuda que está en su mano. Y es evidente que aunque cualquiera puede echar una mano a cualquiera, la similitud de las situaciones hace que en ciertas cosas la ayuda sea más eficaz si viene de una familia y va hacia otra. Las familias no deben desentenderse, pues, de la gran obra que pueden realizar.

El mensaje de este misterio es por tanto a incluir la vocación familiar en una perspectiva eclesial: mi llamada no es sólo mía, ni sólo dedicada a mi familia, mi cónyuge e hijos (aunque éstos sean primordiales), sino que debo abrir mi experiencia a todo aquel que necesite aprender de ella, y formar así iglesia, pueblo que camina unido y complementa el carisma de uno con el de otro.

Misterios gozosos, guía de la familia (I)

Ayer sábado meditaba estos 5 Misterios que, bajo el nombre de "gozosos", la Iglesia nos propone rezar en el Santo Rosario dos veces por semana. Y acabé de perfilar lo que ya intuía de otras veces de rezarlos: es una guía que da directrices estupendas de lo que es una familia, de cómo debe ser para entrar en los planes de Dios. Cada misterio enseña algo, así que empecemos a analizarlos:

PRIMER MISTERIO: LA ANUNCIACIÓN

En este misterio se revela que la familia es vocacional. María, que según la Tradición estaba rezando, recibe de pronto la visita de un ángel que le anuncia algo que no se esperaba: su vocación de Madre de Dios. Ella tenía otros planes (la Tradición también dice que había decidido permanecer virgen, aunque se casara), pero no se opuso a la voluntad de Dios.

La enseñanza es ésa: en primer lugar, oremos. La vocación es muy importante, y requiere discernimiento orante, también la familiar. El Papa Juan Pablo II cuenta en "Cruzando el umbral de la esperanza" la anécdota de una amigo suyo que era muy enamorado de Dios y conocía perfectamente su vocación a fundar una familia, no a ser religioso ni cura, por mucho que quisiera a Dios. Buscó que Dios le enseñara con quién la debía fundar (no esperó a que "el amor llegara", pidió a Dios discernimiento mientras lo esperaba). Finalmente, la muchacha que Dios eligió apareció en su vida. Tras morir, se abrió la causa de beatificación de ese hombre, concluye Juan Pablo II.

Este misterio también nos enseña en la actitud de la Virgen a que no pongamos trabas ante la vocación y no respondamos con cálculos o de mala gana. Confiemos en que Dios lo sacará adelante, por difícil que parezca. Basta un "Ecce ancilla" como el de la virgen, y te embarcas en la maravillosa vocación de casarte y formar una familia.

jueves, 23 de octubre de 2008

Hoy ardía una iglesia

Yo la vi arder. Muchos estaban fuera y gritaban "¡tolerancia!" "¡democracia!" "¡libertad!". Mientras, un grupo forzó las puertas y entró. Entre gritos, derribaron el sagrario y esparcieron las formas por el suelo. Las pisotearon y escupieron. Derramaron gasolina por todas partes, y entre gritos e insultos, quemaron todo lo que podía arder: los lienzos, los bancos, las alfombras. La nube de humo ascendió negra e inmensa. Al párroco lo sacaron y entre risas lo llevaron a rastras a una plaza cercana. Allí le cortaron los testículos y lo mataron con una descarga cerrada de sus fusiles. Las cruces de piedra de fuera, al ver que el fuego no les afectaría, las derribaron ellos mismos. Querían construir la libertad. Querían construir la democracia.

Todo esto pasó por mi imaginación cuando vi cierta caja de cerillas. Tranquilos, no ha ocurrido en verdad. Es sólo mi mente temerosa. ¿Cómo iba a pasar algo así? ¿Quién haría esas barbaridades? Espera... ah, claro, los comunistas escupieron y pisotearon formas consagradas en Rusia, y en Corea... los rojos de la Guerra Civil quemaron iglesias... en Barbastro le cortaron efectivamente sus partes al obispo, y él no dijo nada, lo mataron con una descarga cerrada... ah, claro. Ahora encaja todo.

(Pensaréis que es producto de una imaginación apocalíptica. Que no es propio de esta época civilizada. Lo mismo pensaron los de la década de los 30, los que vivieron la guerra. Llamadme lo que queráis, pero, por favor, dejadme tener miedo. Una mirada a la historia me hace temblar.)

miércoles, 22 de octubre de 2008

El rey David quedó peor

Eso dijo el otro día el cura que nos celebraba la misa en mi universidad. Nos hizo cantar el Santo, y claro, éramos pocos y no había forma de ocultar los desafines. Cuando logramos, mal que bien, terminar el canto, antes de empezar con la plegaria eucarística, nos miro un momento y dijo: "Tranquilos. El rey David quedó peor cuando bailaba tras el arca." Se refería al pasaje del capítulo 6 del 2º libro de Samuel, versículos del 14 al 16.
David bailaba porque sentía la necesidad de alabar al Señor y de testimoniar lo bueno y grande que éste era. A él no le importó que su mujer le considerara ridículo, le dio igual lo que dijeran los demás. Él bailó y se acabó.

¡Aprendamos un poco de él, coño! A ver si nos quitamos ya esa vergüenza de decirle a Dios que le queremos, de proclamarnos cristianos y hacer cosas sin pensar en qué dirán los demás, pensando tan sólo en lo que Dios estará pensando. Dentro de dos años recibimos al Papa en Madrid en las Jornadas Mundiales de la Juventud, y sería patético que nos avergonzásemos de ir allí, de demostrar qué bueno es el Señor y cuán agradecidos le estamos, de dar en los morros a los que dicen que la Iglesia está acabada con nuestro testimonio vivo de juventud y alegría de ser de Jesucristo sin ninguna vergüenza. ¡Que nos vamos al Cielo, y ellos no lo saben! Se lo tendremos que hacer saber, hombre...

Y si quedamos mal, también quedó mal el rey David bailando desnudo. A veces estas cosas pasan: se ríen, te desprecian, te llaman facha, bobo, ingenuo, alienado por la malévola iglesia... No debería tirarnos para atrás algo tan nimio.

martes, 21 de octubre de 2008

Sin-vergüenza


Esto es lo que somos, unos sinvergüenzas que se nos ha ocurrido que como todos piensan que ser cristiano es aburrido, pues vamos a dinamitar el tópico y montar una plataforma que se dedique a organizar eventos que combinen lo que la gente considera incompatible: diversión y religión. Primer evento, un concierto de rock. Más info en: sin-verguenza-festival.blogspot.com.

Los talentos (II)

-La tercera idea pasa por saber qué es un talento. Del libro "Meditaciones sobre la Fe" de Tadeusz Dajczer extraje que TODO ES UN TALENTO. Nuestras virtudes y dones naturales lo son: la paciencia, la sinceridad, la capacidad analítica, la inteligencia... esas las sabemos usar muy bien para Dios (o relativamente bien). Pero también son un talento nuestros defectos, y eso nos gusta menos. Me explico: si alguien tiene el talento de la sinceridad, por ejemplo, debe ponerlo al servicio de Dios y de los demás, para usarlo en favor del crecimiento del Reino de Dios. Pero mucho más aquél que no tenga ese talento. No es que no tenga talento, sino que ha recibido el de la insinceridad: le toca dar gloria a Dios yendo en contra de una inclinación natural que tiene (a no decir la verdad), y ser sincero aunque le cueste. Así con todo: Dios no te ha dado paciencia, eso significa que te ha regalado impaciencia; si la vences la estarás usando para su gloria. Si no te ha dado inteligencia, te ha regalado la estupidez, si no te dio cultura, te regaló la ignorancia. Todas se pueden usar para Dios ¡venciéndolas en honor de su Nombre! El talento que viene por el defecto es más difícil de "poner en juego", de utilizar. Pero por eso da mayor gloria a Dios y es más fructífero.

-Última idea: de esta parábola hay quien extrae una conclusión maliciosa de que Dios nos quiere esclavizar, nos regala cosas para que produzcamos para él. Hay gente que cree eso, que la visión cristiana del hombre es la de alguien que se esclaviza y trabaja para su dueño cruel, un Dios que le exige resultados. Pero Dios no hace esto por crueldad ni por codicia, sino para que crezcamos. La prueba está en el final de la parábola: Dios le quita el talento a un siervo y dice que lo den al que tiene diez. Ése de diez había recibido cinco de Dios, y había producido cinco con lo que había recibido. Si el total que tenía era diez, y Dios reconoce que los diez son suyos... ¿cuánto se queda Dios de su dinero? ¡Nada! O sea que Dios lo que quiere es que crezcamos y mejoremos, simplemente porque eso nos hace mejores, porque eso nos acerca aÉl, y Él quiere que estemos cerca, que estemos a su lado. Qué bueno que es, ¿verdad?

Los talentos (I)

Leyendo el otro día la parábola de los talentos, se me ocurrió que había cuatro ideas básicas muy bonitas que se podían sacar de ahí:

-El dueño repartió a todos. Dice la parábola que tenía tres siervos, y cuenta que a los tres les dio dinero. La proporción está clara: tres de tres, cien de cien, mil millones de mil millones... A todos Dios nos reparte un dinero con el que quiere que produzcamos, TODOS TENEMOS UNA MISIÓN. No sabemos en qué consistirá, pero pasará seguro por un punto en común en todos los casos: amar a Dios y al prójimo, la ley del Amor, el Mandamiento de los Mandamientos.

-Repartió cantidades distintas. Es cierto que todos tenemos una misión, pero NO ES SIEMPRE IGUAL. Esto debería ayudarnos a comprender que no debemos compararnos con nuestros hermanos, ni hacia arriba ni hacia abajo. Hacia arriba, mirando a los que tienen más talentos que nosotros, podemos desanimarnos. Es cierto que la vida de los santos nos ayuda a avanzar en nuestro camino de santidad, pero si pretendemos ser místicos como san Juan de la Cruz pero Dios no quiere eso de nosotros y no nos ha dado las gracias que necesitamos, no lo lograremos y podemos desalentarnos. Y si nos comparamos hacia abajo, peor todavía: podemos mirar a un hermano que avanza por la santidad haciendo menos de lo que hacemos nosotros, y así relajarnos y pensar que si la lucha de éste es menor, por qué ha de ser mayor la nuestra. Entraríamos así en una soberbia espiritual terrible, y que podría acabar mal. Ilustrémoslo: imaginemos que el que tenía 5 talentos no produjo, sino que los enterró, y el que tenía dos, en cambio, negoció con ellos. Llega el de dos y le muestra sus 4 talentos a Dios, y Dios le acepta. El que tiene 5 puede pensar que Dios también le aceptará a él: ¡cuantitativamente tiene más dinero que su hermano! Pero Dios le pedía a él diez talentos, y sus cinco no le bastan. No ha sido santo. Por tanto, una enseñanza que sacamos de lo de las cantidades distintas: lo que nos pide Dios lo discernimos nosotros junto a nuestros guías espirituales, pero nunca por comparación.

La isla

El otro día, la peli de ciencia-ficción "La isla" me dio que pensar. Os cuento un poco el argumento; os reventaré la peli pero es necesario: resulta que se desarrolla una tecnología que permite clonar a un hombre y desarrollar un réplica exacta de él ya en edad adulta, con el objetivo de que el señor que ha puesto la pasta para ser clonado pueda disponer de los órganos del clon si así lo requiere. Los clones, llamados agnates, viven en unas instalaciones, engañados por la empresa: les han manipulado para que crean que son los supervivientes de una contaminación global, y su protección es quedarse en las instalaciones para no ser contaminados. Sú única esperanza de salir de ahí es la isla, un reducto no contaminado al que acceden mediante sorteo. En realidad la isla es un método de control: cuando los dueños de los agnates necesitan de éstos, la empresa les "hace ganar un viaje a la isla", les saca de ahí, y en un quirófano les mata y extrae sus órganos. La peli giran en torno a un agnate que descubre el engaño y hace lo posible por desenmascarar la empresa.

Me recordaba tanto al mundo actual... fijáos: nosotros hemos sido engañados, seducidos por el hedonismo, y vamos suspirando por el mundo, creyendo que el momento en que alcancemos los placeres fuera de toda atadura seremos felices, igual que los agnates suspiraban por la isla. Pero eso no existe: detrás de la isla está la muerte, detrás de ese engaño está Satán, que busca apartarnos de Dios en la infelicidad eterna. Y al igual que el protagonista de "La isla", los cristianos, que hemos descubierto el engaño, hemos de ir a nuestros compañeros y gritarles, como en la peli: ¡No existe esa isla! ¡Te van a matar! ¡Corramos, huyamos de aquí! ¡Esto no es vida, afuera hay todo un mundo por descubrir, no hay isla, pero hay algo mejor: hay realidad! ¡Está Dios!

Nos tomarán por locos... como al de la película. ¿Qué más da? ¿Acaso no es vital que sigamos gritando?

jueves, 2 de octubre de 2008

Supuesta boda

A veces me arrebata mi mente y me voy a otro mundo, en el que todo es exactamente igual que este, excepto que las cosas no han pasado. En ese otro mundo asisto a una boda. Veo entrar los invitados, iguales a los de aquí pero inventados; ahí está la señora del pelo raro, ahí la del sombrero feo, esos dos no saben muy bien qué hacen aquí ni cuando toca levantarse o sentarse. La iglesia inexistente es hermosa, el sagrario está a la vista pero la gente habla de sus cosas (¿de verdad están comentándose esas dos sus respectivos divorcios ante Jesús Sacramentado?). En ese otro mundo el cura, brillante y santo, expone la homilía, realiza el sacramento, consagra con devoción. La gente le sigue como por rutina. Yo comulgo y experimento la vibrante emoción de siempre. Al poco la boda termina en mi cabeza, y mientras trato de hacer la acción de gracias, la gente recupera sus temas de antes de Misa. Van a felicitar a los ya cónyuges. Risas tontas en el templo. Tres "que vivan los novios" en solo dos minutos.

Y entonces hago lo que la caridad no me permite en el mundo real: alzo mi voz imaginaria, que resuena en el templo inexistente, y les grito a los emperifollados invitados que salgan en silencio, que el banquete es al otro lado de la ciudad y corran al mejor sitio para hacer fotos a los novios, que por favor un poco de respeto, no me han oído, salgan en silencio y déjenos rezar en paz, joder.