lunes, 14 de enero de 2008

Ceguera

El otro día estaba sentado en unos escalones y, al levantarme bruscamente, se me nubló la vista durante unos instantes. Pero yo seguí andando, porque sabía que si seguía recto no me bajaría de la acera y no tendría obstáculos. Cuando se me despejó la mirada vi que, efectivamente, nada me había ocurrido, y que estaba bien y aún encima de la acera.

¿No ocurre muchas veces eso en nuestro camino espiritual? De pronto se nos nubla la vista, ya no vemos, las evidencias de nuestra Fe se nos hacen confusas... pero al ocurrirme la anécdota anterior me di cuenta de que lo que hay que hacer ante la "ceguera espiritual" es seguir andando. Dios nos muestra dónde ir, aunque luego nos ciegue momentáneamente. Y si seguimos el camino que sabemos correcto porque ya lo hemos visto, igual que yo seguí andando hacia adelante aunque no veía y pararme parecía más sensato (porque ya sabía por dónde ir), disfrutaremos del gozo de haber permanecido fieles al Señor pese al "no-ver", a las dudas. Por eso, y para cuando asalten las dudas y el desasosiego de todo caminar cristiano, de toda vida en realidad; ¡sigue andando! ¡Sabes por dónde ir! ¡No te pares, que el Señor se acercó a la higuera y le pidió fruto aunque no era tiempo de higos! ¡En la tribulación toca ser aún más fiel!

Me recuerda a una película. Es de Disney, y ahí un personaje dice: "Sigue nadando, sigue nadando, sigue nadando, nadando, nadando..."

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