jueves, 2 de octubre de 2008

Supuesta boda

A veces me arrebata mi mente y me voy a otro mundo, en el que todo es exactamente igual que este, excepto que las cosas no han pasado. En ese otro mundo asisto a una boda. Veo entrar los invitados, iguales a los de aquí pero inventados; ahí está la señora del pelo raro, ahí la del sombrero feo, esos dos no saben muy bien qué hacen aquí ni cuando toca levantarse o sentarse. La iglesia inexistente es hermosa, el sagrario está a la vista pero la gente habla de sus cosas (¿de verdad están comentándose esas dos sus respectivos divorcios ante Jesús Sacramentado?). En ese otro mundo el cura, brillante y santo, expone la homilía, realiza el sacramento, consagra con devoción. La gente le sigue como por rutina. Yo comulgo y experimento la vibrante emoción de siempre. Al poco la boda termina en mi cabeza, y mientras trato de hacer la acción de gracias, la gente recupera sus temas de antes de Misa. Van a felicitar a los ya cónyuges. Risas tontas en el templo. Tres "que vivan los novios" en solo dos minutos.

Y entonces hago lo que la caridad no me permite en el mundo real: alzo mi voz imaginaria, que resuena en el templo inexistente, y les grito a los emperifollados invitados que salgan en silencio, que el banquete es al otro lado de la ciudad y corran al mejor sitio para hacer fotos a los novios, que por favor un poco de respeto, no me han oído, salgan en silencio y déjenos rezar en paz, joder.

1 comentario:

Elinge dijo...

Hola Lukas:

Inmensa Sabiduría presente en la Eucaristía, ejemplo de humildad, que recibimos no como un premio sino como remedio a nuestros males para sanar.

Mi secreto para mi.

Sólo despojados de todo comprenderemos que el Señor está de Fiesta en una Boda y como un testigo de los Novios está presente ante el Padre, participa del bullicio, la fiesta, las risas, los trajes y galas en la fundación de una familia.

Soledad y silencio las noches de vela en el Sagrario.

Es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, si fuera por respeto deberíamos entrar reptando sin levantar la cabeza del suelo ni osar mirar el sagrario... vale, tampoco lo contrario.

Hay almas que no ven, no oyen, por las que nadie ha rezado jamás.

Jesús Encarnado Salvador Resucitado Camina con nosotros, como Él quiere, yo le diría como Pedro, ¡Señor! no coviene que te sacramentes en una hostia de pan y tu sangre preciosa esté en un cáliz que puede ser bebido por cualquiera, que te quedes en esa cajita sin blindaje al albur de cualquier insolente, pero sería un necio.

Blanca Hostia que encierras tan Gran Misterio.

Lo que Jesús no soportó fué el cambio de la Casa del Padre en Mercado, del abuso del hermano débil desde la sombra de lo más sagrado.