domingo, 26 de octubre de 2008

Misterios gozosos, guía de la familia (III)

(Lo mejor es leer estos artículos en orden.)

TERCER MISTERIO: EL NACIMIENTO

María tiene el hijo que Dios quiso para ella. Era lo que Dios quería, y su generoso "fiat" da lugar a lo que Dios había pedido. María conforma su voluntad a la de Dios. Éste le había llamado a casarse con José, pero vivir en celibato junto a él, y a tener UN ÚNICO HIJO. Y eso es lo que María hace. Al cuerno los planes propios. Ella es esclava, su voluntad es la de su Dueño.

Aquí contemplamos una de las cosas que hoy en día más se ponen en entredicho cuando hablamos de familia: la apertura a la vida. Dios no sólo nos llama a estar casados, ni siquiera a estar casados con esa persona concreta que Él eligió (como vimos en el primer misterio), sino que tiene un plan concreto para nuestra fecundidad: Dios ya sabe los hijos que va a tener el matrimonio, los pensó desde la eternidad y para Él ya tienen nombre. A María le pidió un hijo, pero a otro matrimonio le puede pedir dos, seis o doce, y el "fiat" de dicho matrimonio ha de ser igualmente completo y arriesgado.

Así pues, es obligación moral del matrimonio estar abiertos a ese plan que Dios diseñó para ellos. Porque pueden negarse a participar en él, impidiendo la vida con la contracepción. Dios nos pide que digamos que sí a lo que Él planeó para nosotros, y esa elección es real: se puede decir que NO, igual que un llamado a la vida religiosa puede no aceptarlo o en un momento dado abandonar el compromiso. Dios pide que la familia sea iglesia doméstica, y el ya ha decidido el número de "fieles" de esa iglesia. Él ya sabe cuántos hijos. Es cuestión de darle margen de actuación. Y si surgen dudas, lo mejor es orar, no un anticonceptivo.

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