martes, 22 de julio de 2008

Génesis (I)

["Y comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal" significa que la caída del hombre fue decidir ellos lo que estaba bien o mal. No hubo manzana, el pecado fue más espiritual. Fue poner el Ego humano por delante de Dios. En base a esto, os dejo este relato. Espero que nadie se ofenda por lo que lea.]

En el inicio de los tiempos, Dios Uno y Trino creó el mundo en una decisión libérrima. La Trinidad se gozó en hacer surgir la materia, en inventar las leyes que físicos y matemáticos se esforzarían por descifrar muchos años después, en hacer aparecer las distintas especies de animales, insectos y plantas. Por último, creó al hombre, se enamoró del hombre, a su imagen y semejanza lo hizo y como algo más que una criatura lo amó. Le regaló su sexualidad, haciéndolo hombre y mujer, y enseñándole a amar y donarse a su pareja del sexo contrario al suyo. El hombre se sentía dichoso de su relación con Dios, Aquél que era su Creador y la razón de su existencia. Dios hizo al hombre que amaba administrador de la creación, lo puso en lo alto y estableció una maravillosa relación de amante-enamorado con él.

Pero de una cosa le advirtió:

-Amor mío, una cosa debo decirte: te amo y quiero lo mejor para ti, y por ello te doy toda la libertad del mundo. Eres libre de hacer lo que quieras. Pero te debo advertir del peligro que supone elegir tú lo que está bien y lo que está mal. Haz lo que quieras, administra el mundo y transfórmalo a tu gusto, pero respeta mi infinita sabiduría, yo que rijo los destinos, yo que sé lo que está bien y o que está mal. Créeme, cariño: en el mismo momento en que trataras de juzgar por ti lo bueno y lo malo, en vez de consultármelo a mí, Yahvéh tu Dios, morirías irremediablemente. Te apartarías de mí, y tu destrucción sería absoluta.

-Tranquilo, querido Dios mío. Eso no ocurrirá jamás. Te amo y quiero estar contigo, y sé que mi papel es administrar tu creación, no rebelarme contra ti. Te necesito, Señor, y sé que nunca podría con mi mísera inteligencia igualar tu inefable sabiduría. Soy tuyo. No me apartaré de Ti.

El ser humano vivía en el mundo, y tenía una estrecha relación con su Creador. Conversaban a menudo, y tenían una estrecha relación. Esto permitía a su vez que el hombre y la mujer se amaran profundamente en su vida matrimonial, se dieran sin reservas y confiaran el uno en el otro. Todo iba bien. La creación de Dios, con todo bajo su influjo, estaba en Paz, pues Dios lo había hecho bien todo.

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