miércoles, 26 de noviembre de 2008

Las tres características de la Fe (II)

-LA FE EMOCIONAL: aunque la Fe no es un mero sentimiento, la vivencia de ella también ha de abarcar el plano de los sentimientos. Lo explicaré: somos cristianos no sólo por unos buenos argumentos que nos convencieron, sino por un encuentro personal, íntimo, con la persona de Jesucristo resucitado. Este encuentro abarca el ser entero, y por tanto implica la realidad intelectual (leí un texto donde el autor describía su encuentro con Cristo como que "se me abrieron los ojos y por un instante creí, creí con todas mis fuerzas") y también, y de forma especial, la realidad emocional. La vivencia de la Fe, insisto, DEBE poder explicarse, pero no creemos en primer lugar porque nos hayan dicho que creamos y hayamos ponderado que dichos argumentos sean correctos, sino más bien porque El-Que-Es se nos mostró y nos enamoramos de Él. Esto da lugar a la vivencia emocional, una vivencia del cristianismo que, lejos de ser fría, es vibrante. Los creyentes amamos a Jesucristo, y por nuestra experiencia al relacionarnos con Él estamos seguros de que Él es nuestro máximo bien, la única razón de nuestra existencia.
En ocasiones, esta relación con Cristo nos obligará a apagar nuestra inteligencia y deleitarnos con su compañía amorosa, sin poder explicar lo que nos pasa, simplemente disfrutando de Él. Ésta es la base de la vida contemplativa, que sería imposible si la Fe no tuviera este fuerte influjo sobre la vida sentimental.

Esta dimensión de la Fe aparece muchas veces explicitada en los textos bíblicos: tenemos ejemplos desde Adán y Eva, que paseaban con Dios por el Edén como si amigos fueran, pasando por Moisés, que "hablaba con Dios como un hombre lo hace con su amigo", y Jeremías, que pronuncia la famosa frase de "Señor, tú me has seducido y yo, yo sólo me dejé seducir". En el Nuevo Testamento es especialmente visible en el joven rico, en esa maravillosa expresión que usa el evangelista cuando dice que Jesús, "mirándole a los ojos, le amó".
En el cristianismo actual, un movimiento que encarna muy bien esta realidad es la Renovación Carismática, entre otros.

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