miércoles, 17 de diciembre de 2008

Manifiesto antinavideño (I)

Evidentemente, no voy a ponerme en contra de la fiesta litúrgica de la Natividad del Señor. Pero os quisiera recordar, mis exiguos lectores, lo que NO es la Navidad, para acabar proponiendo una Navidad como Dios manda -y nunca mejor dicho-.

NO ES CONSUMISMO. Qué fácil es decirlo, y qué difícil recordarlo en la práctica. Recordemos los cristianos que debemos distanciarnos de la concepción navideña de los ateos (teóricos y prácticos), que celebran una fiesta que se podría llamar lo mismo "navidad" que "fiesta de Papá Noel y el invierno" o "celebración de comer mucho y regalar en exceso". Recordemos también que una celebración puede ser digna sin excesos presupuestarios y sin necesidad de caprichos inútiles. Nuestro Señor no reconocería el día de su nacimiento en esos fiestones consumistas que los cristianos, desgraciadamente, hacemos a imitación de los no creyentes. Y vergüenza da tener que recordarlo, pero ni en Nochebuena ni en la celebración de año nuevo ni ningún otro día es moralmente lícito emborracharse.
Navidad es celebrar que nuestro Señor ha venido al mundo. Y ni vino rodeado de lujos, ni le celebraron un banquete, ni los pastores lo celebraron con un "pedo". Esto no es una bronca ni yo soy el padre de ninguno de vosotros mis lectores, pero hagamos el favor de ser luz en el mundo. Por tanto, moderación, sencillez y sentido cristiano de las celebraciones. Recordemos que en todos los días señalados de Navidad, lo más importante es la Misa, y en segundo lugar el poder compartir la alegría de la fiesta con tus familiares y amigos. Y lo demás son añadidos, por caro que sea el turrón y el champán de Año Nuevo.

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