Y soñé que veía ante mí el mundo entero, y todo en él era pecado, corrupción y perversión. Buscaba a Dios entre aquel caos, guiñando los ojos para distinguirlo en la lejanía, pero era incapaz de hallarlo. ¿Dónde estaba aquel Dios tan bueno? Me parecía que todo un mundo me separaba de él, y lloraba amargamente por la soledad y vacío al que ese Dios me condenaba.
Y, de pronto, algo me movió en mi sueño; una inmensa fuerza, más poderosa que yo, me hizo girar en redondo. Y entonces vi que Dios estaba ahí, y que jamás se había separado de mi lado. Si no lo veía era porque miraba en dirección contraria, dándole la espalda, pero eso no le había hecho apartarse de mí, sino que siempre me había acompañado. Él se me acercó, me abrazó y se me quedó mirando, con inmenso cariño. Y supe que esa mirada no se apartaría ya de mí, y que esos ojos nunca buscarían sino los míos. Sólo yo podría apartar la mirada de ellos.
Desperté envuelto en una inmensa paz. Y desde entonces, oro diciendo: Señor, dame la vuelta. Quiero girarme y dejar de contemplar el pecado y el mal, que sólo en apariencia son prueba de que no existes. Quiero darles la espalda al demonio y sus siervos y contemplarte sólo a Ti, oh hermosísimo Jesús, el más hermoso de los hijos de Adán...
domingo, 30 de marzo de 2008
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1 comentario:
Me alegro que estés de vuelta. Espero que con fuerzas renovadas tras vivir intensamente el via crucis del Señor. Ahora toca recordar que hemos sido rescatados con la sangre preciosa de Cristo. Espero que vaya todo bien. Muy buenas algunas de las frases que encontraste en las iglesias evangélicas.
Opusprima.
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