Paseas arriba y abajo nerviosamente. Tu mundo se reduce a la nada y la pared. Has perdido el peine, la paciencia, la esperanza... ninguno aparece debajo de la cama.
Miras por la ventana. Enfrente, edificios alineados, como esperando para ser fusilados. Abajo, los paraguas no te dejan ver la acera. A tu lado, diez Valium para suicidarte. Adentro, nada...
Ésa es tu vida. Como la mía, transcurre en la sucia habitación de un hotel barato. Las mismas vistas, la misma lluvia grasienta. La única diferencia (sábelo) es que yo aprendí, tiempo atrás, cómo gritar:
¡¡¡SERVICIO DE HABITACIONEEES!!!
miércoles, 12 de diciembre de 2007
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