El otro día vi un programa de investigación muy interesante en el que se mostraban distintas iniciativas de protesta: aparecían ecologistas de Greenpeace enganchados a una central nuclear, un grupo de ecologistas pro-animales rescataban gallinas de criaderos intensivos, un grupo de activistas sociales ocupaban un banco para protestar que la crisis sólo afectaba a particulares, y los bancos estaban siendo subvencionados y por tanto salvaban el culo... no sé, varias cosas.
Lo veía con una persona muy querida por mí que, desgraciadamente, no acepta la Iglesia. Esta persona se quedó impresionada con los ecologistas que aparecieron, y al terminar el reportaje comentó la gran entrega de esa gente joven a ideales tan grandes.
Pero, ¿qué es encadenarse a una central nuclear si lo comparas con atender a un enfermo que se muere, y poder dar salud y amor a la gente que no tiene nada -como hacen tantas órdenes, como las Misioneras de la Caridad-? ¿Qué es más épico, salvar una gallina o salvar un alma humana? La ecología está muy bien, pero entre irme a hacer el tonto a una central nuclear o a una plaza de toros o irme a evangelizar a otro país (o en el propio), prefiero lo segundo. Un ecologista decía que la vida no tiene sentido si no estás dispuesto a morir por algo, y que el planeta valía la pena. ¡Que les digan los mártires por Quién vale la pena morir!
Mi impresión del programa fue que había gente idealista en el mundo, pero poco ambiciosos. ¡Salvar el planeta pudiendo salvar a la humanidad! ¡Amar a los animales, cuando se puede amar a Cristo! Pobrecillos, desgañitándose por la Tierra mientras Dios les espera en el Cielo con los brazos abiertos.
jueves, 22 de enero de 2009
El príncipe de la paz
No entraré a comentar el conflicto lamentable que está ocurriendo en la zona de Israel - Palestina (excelentes opiniones al respecto las hay en el blog de Opusprima). Pero me da pena pensar que de nuevo nos hemos metido a luchar entre hermanos.
Los judíos de los tiempos de Cristo pensaban en un libertador político, ellos esperaban -y esperan- alguien que a la fuerza instaurase el reino de Israel, un reino en el que ellos serían los reyes del mambo. Ni siquiera se pararon a leer correctamente las profecías mesiánicas, que en Jesús se cumplieron con tanta exactitud que se acusa a los autores de los evangelios de escribirlos con los profetas en la mano. Una de las profecías por las que parece evidente que este caudillo militar, este instaurarse el reino de Dios por la fuerza, es una interpretación FALSA, es precisamente la que anuncia que el Mesías será llamado "príncipe de la paz". No, no dice "señor de la guerra", lo siento.
Tanto los judíos como los islámicos han visto la religión fuertemente ligada con esa idea equivocada en la que Dios es un personaje que quiere guerra, y demuestra su bendición ganando las batallas. Y, curiosamente, estos dos pueblos que creen este error (muy especialmente arraigado en los islámicos) estan en una contienda sempiterna, y actualmente, en guerra. Quizá es hora, no de defender el derecho de unos a defenderse o de los otros a atacar (insisto en que eso lo encontraréis bien expuesto en el blog antes citado), sino de anunciar el auténtico reino de Dios, uqe pasa por una cruz. La mansedumbre y el amor salvarán a esos pueblos, y al mundo. Jesucristo nos salva de esta forma, extendiendo sus brazos en la cruz.
Habrá quien diga que esto no es práctico, que eso les dará la victoria a los que usen la violencia. Puede ser que maten a gente, sí. Pero quisiera recordar la pregunta socarrona que dijo Stalin: "¿Cuántas divisiones [de tanques] tiene el Papa?". Hoy en día ya no hay sucesores de Stalin,, pero sigue habiendo Papa. Y no existe la URSS, pero sigue habiendo Iglesia en esos países comunistas donde se intentó destruir. Porque el Príncipe de la Paz gana las batallas. El Príncipe de la Paz salva. Y es al Príncipe de la Paz a quien hay que llevar a esos pueblos que a día de hoy se están dando mandoblazos.
Los judíos de los tiempos de Cristo pensaban en un libertador político, ellos esperaban -y esperan- alguien que a la fuerza instaurase el reino de Israel, un reino en el que ellos serían los reyes del mambo. Ni siquiera se pararon a leer correctamente las profecías mesiánicas, que en Jesús se cumplieron con tanta exactitud que se acusa a los autores de los evangelios de escribirlos con los profetas en la mano. Una de las profecías por las que parece evidente que este caudillo militar, este instaurarse el reino de Dios por la fuerza, es una interpretación FALSA, es precisamente la que anuncia que el Mesías será llamado "príncipe de la paz". No, no dice "señor de la guerra", lo siento.
Tanto los judíos como los islámicos han visto la religión fuertemente ligada con esa idea equivocada en la que Dios es un personaje que quiere guerra, y demuestra su bendición ganando las batallas. Y, curiosamente, estos dos pueblos que creen este error (muy especialmente arraigado en los islámicos) estan en una contienda sempiterna, y actualmente, en guerra. Quizá es hora, no de defender el derecho de unos a defenderse o de los otros a atacar (insisto en que eso lo encontraréis bien expuesto en el blog antes citado), sino de anunciar el auténtico reino de Dios, uqe pasa por una cruz. La mansedumbre y el amor salvarán a esos pueblos, y al mundo. Jesucristo nos salva de esta forma, extendiendo sus brazos en la cruz.
Habrá quien diga que esto no es práctico, que eso les dará la victoria a los que usen la violencia. Puede ser que maten a gente, sí. Pero quisiera recordar la pregunta socarrona que dijo Stalin: "¿Cuántas divisiones [de tanques] tiene el Papa?". Hoy en día ya no hay sucesores de Stalin,, pero sigue habiendo Papa. Y no existe la URSS, pero sigue habiendo Iglesia en esos países comunistas donde se intentó destruir. Porque el Príncipe de la Paz gana las batallas. El Príncipe de la Paz salva. Y es al Príncipe de la Paz a quien hay que llevar a esos pueblos que a día de hoy se están dando mandoblazos.
jueves, 8 de enero de 2009
Calidad contra oración, mundo contra Dios
Una idea extraña me ronda la cabeza últimamente: la idea de que no puedo seguir robándole a Dios la autoría de mis (sus) obras.
Me explico: estoy viendo que las cosas se deben hacer contando con Dios desde el principio y veo que yo no lo hago así, que yo lo que hago es esforzarme en, por ejemplo, redactar unas entradas de blog suficientemente buenas y esperar que Dios "inserte" su Espíritu en ellas para lograr transmitirle a Él. Y está mal, lo correcto sería que ésto se iniciara siempre con una profunda contemplación de mi Amado, y los textos saldrían de las palabras que me susurrase al corazón. Me doy cuenta de hasta qué punto es errónea la calidad, ya sea en textos, pensamientos, filosofía, música, o lo que sea, si ésta no nace del gozo de Dios. Debo abandonarme en sus brazos, y dejar que Él haga el trabajo, poniendo mi exiguo talento como un apoyo, pero nunca como lo principal.
Lo he observado en la música: Jimi Hendrix era un genio, igual que Eric Clapton y tantos otros... pero luego el Ministerio Nacional de Alabanza (MNA) de la Renovación Carismática (formado en su mayoría por músicos de pandereta y que siempre sale al escenario con menos ensayos encima de los necesarios) trae al Espíritu Santo y éste toca el corazón de las personas y hay conversiones en esos retiros, aunque la calidad de la música sea mucho peor que la de muchos músicos con talento pero sin Fe.
¿Lograré yo, Lukas Romero Wenz, aprender la lección de que es mejor ser un miembro del MNA que un Clapton, Hendrix o Sígur Ros? ¿Lograré entender que más que la calidad importa la oración y el abandono en Cristo mi Señor? No lo sé. A quien lea esto, que rece por mí.
Me explico: estoy viendo que las cosas se deben hacer contando con Dios desde el principio y veo que yo no lo hago así, que yo lo que hago es esforzarme en, por ejemplo, redactar unas entradas de blog suficientemente buenas y esperar que Dios "inserte" su Espíritu en ellas para lograr transmitirle a Él. Y está mal, lo correcto sería que ésto se iniciara siempre con una profunda contemplación de mi Amado, y los textos saldrían de las palabras que me susurrase al corazón. Me doy cuenta de hasta qué punto es errónea la calidad, ya sea en textos, pensamientos, filosofía, música, o lo que sea, si ésta no nace del gozo de Dios. Debo abandonarme en sus brazos, y dejar que Él haga el trabajo, poniendo mi exiguo talento como un apoyo, pero nunca como lo principal.
Lo he observado en la música: Jimi Hendrix era un genio, igual que Eric Clapton y tantos otros... pero luego el Ministerio Nacional de Alabanza (MNA) de la Renovación Carismática (formado en su mayoría por músicos de pandereta y que siempre sale al escenario con menos ensayos encima de los necesarios) trae al Espíritu Santo y éste toca el corazón de las personas y hay conversiones en esos retiros, aunque la calidad de la música sea mucho peor que la de muchos músicos con talento pero sin Fe.
¿Lograré yo, Lukas Romero Wenz, aprender la lección de que es mejor ser un miembro del MNA que un Clapton, Hendrix o Sígur Ros? ¿Lograré entender que más que la calidad importa la oración y el abandono en Cristo mi Señor? No lo sé. A quien lea esto, que rece por mí.
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