miércoles, 30 de enero de 2008

Mensaje acerca de el infierno

Me dije que nunca haría algo tan fácil como poner un vídeo y ya está. Hay gente que lo hace, pero ésta es una página de artículos, y aquí no sería correcto. Aún así, hoy haré una excepción, y os pondré este vídeo que habla realmente por sí sólo. Da que pensar. Eso sí, hay que saber inglés y darle a "pause" para leer los mensajes, porque en ocasiones pasan muy rápido o no son muy legibles. No está muy bien realizado (con respecto a la velocidad a que pasan los textos y eso), pero el contenido...

Sí, soy gay, ¿qué pasa?

Lo estaba pensando ahora mismo: la palabra "gay" significa "feliz, alegre". Si acabó relacionándose con la homosexualidad fue porque ellos se lo pusieron como nombre de batalla: ¡Somos el lobby gay, el sector feliz!
Pero el nombre "gay" se aplicaba en su origen a las personas felices, así, simplemente. Y nosotros los cristianos sabemos que la felicidad viene de Dios y de su sacrificio que supuso nuestra liberación del pecado, la mayor fuente de desasosiego que existe. ¿Cómo van a ser felices los defensores de la legitimidad de un pecado? No, ni de broma, de hecho si lo piensas bien un homosexual que practica su homosexualidad es una persona con muy pocas papeletas (más bien ninguna) para ser auténticamente "gay".

Pero los que hemos conocido a Jesucristo sí que somos felices, porque nos sabemos perdonados y amados. Y eso es felicidad. Un tipo de felicidad que nadie quiere, porque supone la renuncia a ciertos placeres, o mejor dicho a la adquisición desordenada y fuera del plan de Dios de dichos placeres (¡porque un cristiano puede hacer el amor, y de hecho cuando lo hace, lo hace mejor que un pagano!). Y esta renuncia nos da una maravillosa libertad. Somos libres, señores. Y por ello inmensamente felices. ¿Por qué no lo decimos, entonces? "Sí, yo soy gay, yo soy de Cristo. ¿Pasa algo?"

Callin´ on You

Una canción muy bonita, y no demasiado dura de Stryper, uno de los primeros grupos de white metal, heavy metal cristiano. La canción se llama "Callin´ on You", y es de su disco "To hell with the devil", o sea, "Al infierno con el diablo" (en el sentido de "Al carajo con el diablo").

Si algún tipo heavy lee esto y considera muy moñas la canción que posteo, que entre en este link, que es una canción mucho más dura, y que les gustará más.



CALLIN´ ON YOU

Dentro de mí hay un lugar solitario
que a veces no sé que está ahí,
pero en cuanto me quedo solo
me tengo que enfrentar

a la parte de mí que necesita a alguien
que esté a mi lado, y entonces te llamo...

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(Estribillo)
Tú, Tú completas mi vida,

Tú me das cuanto necesito,
Tú me ayudas en y a través de todo;
hoy te estoy llamando a Ti.

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No sé explicar qué me haces;
mi amor cada día crece más.
Tú me das amor
y me das compañía.

Y cuando me enfrento a la tempestad
llevas un rayo de sol a mi vida.

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(Estribillo)
Tú, Tú completas mi vida,
Tú me das cuanto necesito,
Tú me ayudas en y a través de todo;
hoy te estoy llamando a Ti.


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Llamándote a Ti, llamándote a Ti,
llamándote a Ti ahora.
Llamándote a Ti, llamándote a Ti,
llamándote a Ti ahora.

martes, 29 de enero de 2008

El triunfo

Estaba viendo un libro con imágenes de cuadros de El Prado, y me he encontrado con un título que me ha causado una honda impresión. Se llama "El triunfo de la Eucaristía sobre la Idolatría". Me hace pensar porque ¿qué diferencia hay entre la Eucaristía y la Idolatría? Aún muchos hermanos evangélicos nos llaman idólatras a los católicos por adorar a una galleta... Pero no somos idólatras. La diferencia entre adorar a una estatua de lo-que-sea o a cualquier otra cosa y adorar la Eucaristía es que la estatua no es ningún dios, sólo una imagen suya, y eso es lo que condena la Biblia: la adoración de representaciones de Dios como si fuesen efectivamente lo que representan. Pero la Eucaristía es, simplemente, Dios. Dios mismo está ahí. La adoración a una galleta no existe en el Catolicismo, y sería tan censurada como en cualquier otra rama del cristianismo. Adoramos al Dios maravillosamente humilde que se oculta bajo una apariencia tan pobre como un trozo de oblea. Porque Él sí está ahí ("Comed todos de él, PORQUE ÉSTE ES MI CUERPO (...)" "El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna."). Y siendo tan humilde de hacerse pan para nosotros, triunfó sobre la idolatría: el cristiano sería el único que podría postrarse y adorar algo físico sin cometer herejía ni pecado. Qué triunfo más grande. Qué victoria más callada. Qué impresionante y hermoso que Dios tenga "cara de galleta".

Para terminar, dos oraciones eucarísticas que me encantan:
"Te adoro con devoción, Dios escondido, verdaderamente oculto bajo estas apariencias (...)" [Se le reza a la Santa Hostia]
"-Nos diste, Señor, el Pan del Cielo. -Que contiene en sí todo deleite."

lunes, 28 de enero de 2008

Lord i lift your name on high

Maravillosa canción de alabanza versionada al estilo de Petra, rockero pero no estridente. Suena muy bonita. La canción se llama "Lord i lift your name on high".

(Y por cierto, hay que ver lo mucho que se parece Bob Hartman, el guitarrista, a Mariano Rajoy en este video.)




LORD I LIFT YOUR NAME ON HIGH

Dios, tu nombre ensalzaré,
Dios, me gusta cantar tu alabanza.
Me encanta que estés junto a mí,
me encanta que vinieses a salvarnos.

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Viniste del Cielo a la tierra
para mostrar el camino,
de la tierra a la cruz
para pagar mi deuda.
De la cruz al sepulcro,
del sepulcro al Cielo,
Dios, tu nombre ensalzaré.

domingo, 27 de enero de 2008

Pecado

Pecado... ¿Cómo describirlo? Hay tantas formas de expresar lo que unos siente al perder, al perder la batalla más importante. Hay quien lo compara con una larga caída, nada alrededor, sólo tinieblas, y su cuerpo cayendo sin cesar, entre angustia y miedo... Pero yo me quedo con la imagen de la mancha, mejor. Una mancha negra, grumosa y viscosa que se va extendiendo por todo mi cuerpo hambrienta, sin piedad de mí. Quiere devorarme ávidamente, y en breve lo conseguirá.

[No escribo ésto para hacer algo muy bueno desde el punto de vista literario. Lo escribo porque hace nada he cometido un horrible pecado. Y así es como me siento. Impuro, indigno, miserable. Sólo Dios puede tener misericordia de mí...]

Midnight oil

Traducción de la canción de Petra "Midnight oil", de su disco "Wake up call".





MIDNIGHT OIL

Esperamos desde el día que ascendió.
Él dijo que volvería de nuevo.
Unos dicen que falta mucho aún,
otros que saben cuál es el día.

No sabemos si el mañana llegará
y esperamos con las lamparas prendidas.
Esperamos durante todas las noches
el día que dejemos de nuestro trabajo duro.

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(Preestribillo)
Cuando la trompeta suene
y llegue el novio...

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(Estribillo)
Va a ser una boda de realeza,
así que permaneceremos leales,
pues nuestros pies abandonarán este suelo
cuando prendamos el aceite de medianoche.

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Algunos esperan arriba en los montes
sin preocuparse del mundo de debajo,
otros trabajan mientras halla campos,
sin descansar mientras quede qué sembrar.

Salimos fuera a esperar al novio,
algunos traen aceite suficiente.
Algunas lámparas se consumirán en la espera
y serán abandonadas a su vacío.

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(Preestribillo)
¿Tendremos aceite
en la Parusía?

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(Estribillo)
Va a ser una boda de realeza,
así que permaneceremos leales,
pues nuestros pies abandonarán este suelo
cuando prendamos el aceite de medianoche.

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(Post estribillo)
¿Estás listo?
Mejor comprueba tu aceite.
Cuando venga el novio,
escucharemos la llamada.

Shoeshine Johny

En esta nueva sección de "letras de canciones" quiero poner la traducción personal mía de las letras de canciones cristianas inglesas que más me impresionan. Empezaré con la que más me ha marcado de todas, de hecho incluso cito su estribillo en el artículo "Frases extremas". Es de Guardian, de su disco "Miracle mile", y se llama "Shoeshine Johny".



SHOESHINE JOHNY

Johny el limpiazapatos está haciendo tiempo,
fijando su negocio en 5 o 10 centavos.
Ha andado muchas millas, y aún le quedan por recorrer.
Dicen de él que es hombre humilde
que te habla de la vida como nadie sabe:
con una sonrisa y un guiño él te hace entender.

La gente viene de muchos sitios
para oírle contar historias.
Habla de los días pasados
y de la futura gloria.

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(Puente)
Él va y viene, va y viene,
contándote sobre los asuntos de Dios.
El lustró todos los días,
Siéntate y escucha lo que va a decir:

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(Estribillo)
"A algunos les gusta jugar con fuego,
pero hay un amor mayor que todo eso,
y tú sabes bien que Dios fue siempre bueno conmigo.
Los malos tiempos vendrán y se irán,
pero una cosa sé con seguridad:
cuando muera,
seré el hombre más rico."

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Mirando atrás recuerdo tiempos
de sentirse bien, de bromas y risas...
el viejo Johny te levanta si te sientes mal.
Sus palabras están en mi memoria;
ese viejo Libro que me leía...
Ahora que he crecido aún me habla.

"¿De qué sirve ganar el mundo
y perder la propia alma?"
"Las riquezas de la Tierra Prometida
mejores son que oro y plata"

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(Puente)
"Oh, cuán sabio es aquél
que hace su acompañante al Señor."
Sin miedo a lo que vendrá
sabiendo que la batalla ganada está.

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(Estribillo)
"A algunos les gusta jugar con fuego,
pero hay un amor mayor que todo eso,
y tú sabes bien que Dios fue siempre bueno conmigo.
Los malos tiempos vendrán y se irán,
pero una cosa sé con seguridad:
cuando muera voy a ser el hombre más rico."

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(Post-estribillo)
"Escucha, hijo", me dijo a mí,
"Jesús murió por mí y por ti.
Eres mayor, has de elegir.
Nada pierdes junto a Dios.
Golpea tu eterno dolor."

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(Estribillo)
"A algunos les gusta jugar con fuego,
pero hay un amor mayor que todo eso,
y yo sé bien que Dios fue siempre bueno conmigo.
Los malos tiempos vendrán y se irán,
pero una cosa sé con seguridad:
cuando muera,
seré el hombre más rico.

A algunos les gusta jugar con fuego,
pero hay un amor mayor que todo eso,
y tú sabes bien que Dios fue siempre bueno conmigo.
Los malos tiempos vendrán y se irán,
pero una cosa sé con seguridad:
cuando muera,
seré el hombre más rico."

sábado, 26 de enero de 2008

¿Cómo ha de ser la conversación de un cristiano? (2ª parte)

Hay quien argumenta contra esta postura [expuesta en la 1ª parte del artículo] diciendo que "Cristo bailaba en las bodas de Caná, y no se pasó toda su vida diciendo sermones de la montaña" o incluso "Cristo pasó 30 años no haciendo nada doctrinal, y luego salió a predicar.". Una vez más, estoy de acuerdo, y sé que el esparcimiento y la diversión y celebración también son parte de la vida, inclusive la de un cristiano. Pero insisto en lo de que primero va Dios. Porque la gente que argumenta lo anteriormente expuesto es gente que
a.- argumenta con lo que la Biblia NO DICE de Cristo, y no se preocupa en saber qué es lo que SÍ DICE; suele ser gente de poca formación bíblica y litúrgica, y no porque no haya tenido acceso a ella, sino porque no quieren saber (en muchos casos). Y muchas veces, cuando le demuestras con la palabra de Dios que Dios pide más entrega, más corazón del que ellos ponen; hacen o dicen cualquier cosa para decir que no tienes razón, hasta llegar a decir que "ésa es tu opinión". ¿Y cómo ha de ser MI opinión si es Dios mismo quien lo dice (dado que estoy argumentando con su Palabra, con la Biblia)?
b.- además, si observas en la práctica a esa gente que defiende lo de que el cristianismo tiene "momentos de Caná" y "momentos de Sermón de la montaña", ves que en la práctica, hacen lo posible por vivir en un continuo Caná y reducen su "momento Sermón" a su escueta Misa dominical. O sea que realmente la argumentación es una forma de hacer encajar su inconsistencia en un nada inconsistente (por mucho que ellos se empeñen) cristianismo.

Pero no hay que juzgar, sino que amar. Aunque amar a alguien no debe impedirnos decirle que está en un error, menos cuando es un error que tanto importa a su felicidad como éste de que hemos hablado. Recemos por él con Fe para que vea la Luz, la Luz que hace abandonar todo para seguirla y de la que es agradable y necesario hablar, como dice Pedro en Hechos: "no podemos sino hablar de lo que hemos visto y oído". Y recordad: enamorémonos de Cristo, démosle todo, amémosle como nuestro pobre corazón nos permita, y siempre al máximo de nuestras fuerzas. Y si en conciencia sabemos que lo hacemos así, ¡hablemos tranquilamente de ropa, música o chicos!

¿Cómo ha de ser la conversación de un cristiano? (1ª parte)

Es la del título una pregunta que requiere discernimiento personal, está claro, y cuya respuesta no se debe generalizar. Pero una cosa es segura: el cristiano ha de hablar de Dios. Sobre su vivencia de Él, sobre sus misterios, sobre todo lo que se refiere a Él. Me dirán "¡no siempre hay que hablar de eso!". Estoy de acuerdo. Pero también he de decir que la gente que responde lo antes dicho suelen ser cristianos "descafeniados", sin gran conciencia de cristianismo. En el Evangelio de Mateo Jesucristo dice que "de lo que está lleno el corazón habla la boca". Y, curiosamente, es cierto que aquellos que son cristianos enamorados de Dios se sienten a gusto cuando Él sale en la charla, mientras que los que no están comprometidos porque, en realidad, no están enamorados de nuestro gran JC, se sienten incómodos hablando sobre Él, y prefieren los temas mundanos a otros que ellos llaman "demasiado profundos". Y si prefieren hablar de ropa, música o chicos es porque "de lo que está lleno el corazón...", y no por otra cosa.

Cierto es que también debemos hablar de otras cosas, más que nada porque si nuestra conversación fuese a todas horas sobre cosas profundas seríamos repelentes y no acercaríamos a la Iglesia a la gente sino que la alejaríamos. Pero primero Dios. Hablemos sobre ropa, música o chicos, pero... primero Dios. Y si la ropa o la música han de esperar porque sale el tema de que tal día me ocurrió una cosa orando, que esperen. Ésa ha de ser la prioridad de un cristiano.

Alguien me dirá: "no es la cantidad de conversaciones sobre Dios lo que nos hace ser fieles suyos, sino los actos de fidelidad a Dios". Por supuesto. Si alguien habla mucho de Dios y no vive según Él, es un hipócrita. Pero contestadme: ¿cuántos cristianos conocéis que prefieran no hablar de temas relacionados con su Fe y vivan una vida coherente y santa? Yo a ninguno.Y no creo que eso exista. No es la conversación acerca de Dios una práctica santificante, pero desde luego la cantidad de conversación de Dios permite saber lo enamorado que está uno de él. Pues señálenme a un enamorado que no quiera hablar de su chica.

viernes, 25 de enero de 2008

Fe y guitarras

Imagina que un día vas andando por la calle y te encuentras a un tío tocando la guitarra. Enseguida te das cuenta que la guitarra que toca es muy mala, que está mal construida: se desafina constantemente porque las clavijas no van bien, y en general su aspecto es bastante cutre. Entonces, al pasar por su lado, oyes que murmura:
-Mierda de guitarra... cagüen la fábrica de guitarras...
-¿Dónde compraste esa chapuza?- preguntas, más que nada para saber adónde no ir si quieres comprar una guitarra.
-No, si yo no se la he comprado a ninguna firma... me la he construído yo mismo. Esque en las fábricas te toca aceptar lo que te den, y a mí me gusta hacerme las guitarras a mi manera...

Está claro que este hombre es un idiota. No sabe construir instrumentos, pero aún así prefiere hacerse una chapuza propia que aceptar algo bien hecho cuya única pega es que no es propio. Bien, es libre de hacerlo. ¿Pero por qué le echa la culpa de su ineptitud a la fábrica de guitarras?


Esta historia la entendemos si cambiamos el concepto "fábrica de guitarras" por "Dios" y el concepto "guitarra" por el de "vida", la vida propia, el diseño de nuestro camino. Cuánta gente, en una mala comprensión de su libertad, prefiere hacer lo que quiere que la voluntad de Dios, su auténtico bien. Se destrozan la vida a base de malas decisiones, ¡y luego le echan la culpa a Dios de su tribulación ("si Dios me amara no me pasaría tal o cual")! Y me dan ganas de gritarles que Dios no quería eso, que ese sufrimiento les viene de su egoísmo, que la vida que Dios pensó para ellos es como una guitarra ya diseñada, que sólo hay que ir a la tienda y cogerla, porque además ¡es gratis! Y llena, y hace feliz. Está mejor diseñada, está personalizada a cada individuo y suena mejor.

Sobre todo, conviene no olvidar eso último: SUENA MEJOR.

jueves, 24 de enero de 2008

Mi nombre

Si Dios es un engaño, llamadme Engañado.
Si Dios es una locura, llamadme Loco.
Si Dios es una reliquia, llamadme Anticuado.
Si Dios es una estupidez, llamadme Estúpido.
Si Dios es una tabla de salvación para desesperados, llamadme Náufrago.
Si Dios es un ideal, llamadme Idealista.
Si Dios es Alguien comprensible, no me llaméis.

Pero si lo que Dios es, si lo que fue desde antes del inicio de los tiempos y será hasta después de su final, es Amor, ¡entonces hacéos un favor y llamadme Enamorado!

miércoles, 16 de enero de 2008

Cruces de diario

Me encantan los crucifijos cotidianos, los que reflejan el día a día, los que cambian la gloria por la compañía suave. Veo una cruz manchada de aceite, y pienso “ésta es de una cocinera”, la veo manchada de pintura y digo “ésta es de un pintor”. Porque si el pintor se mancha y es hereje, él solito se limpiará, pero si es de Cristo, su Cristo se manchará con él y le ayudará después a lavarse. Porque Él no es ajeno a su día a día, ni a sus sufrimientos. Está presente siempre. Conoce sus heridas mejor que él. Y por eso, la cruz del pintor ha de estar sucia de pintura, sucia de que el pintor detenga su obra y la agarre fuerte y rece a su amado. Y la de la cocinera ha de estar al lado de los fogones, aunque se ensucie del aceite que impregna todo ese ambiente.

No os equivoquéis, no soy un hereje, respeto lo sagrado. Pero me gusta ver los signos de la compañía de Dios. Llevo siempre el rosario en el bolsillo, y se me ha manchado de tinta (pues también suelo llevar bolis). Si lo dejase en casa, estaría limpito, pero no. Quizá algún día se desgaste de tanto pasar sus cuentas, tal vez algún día me coma la cruz a besos. Él lo prefiere, porque Él quiere estar conmigo. Hay cruces muy bonitas a las que nadie hace caso. Hay Biblias abiertas en las casas que quedan muy bien abiertas en mitad del salón, pero nadie las lee. ¿Para qué están?

¡Señor, que mi crucifijo esté sucio de tanto tocarlo! ¡Señor, que mi Biblia esté ilegible de tanto subrayarla! ¡Señor, que tú eres real para mí! ¡No quiero un Dios “bonito”, te quiero a Ti! ¡No hay Dios tan necesario como tú!

Sangre cotidiana

Como si de algo normal se tratase vemos gotear la sangre del madero. Estamos acostumbrados a ver la expresión de dolor inconcebible de un hombre sufriendo (a nuestro favor diré que nos compadecemos de los niños de África). Las rodillas rotas adornan nuestra pared, y no consideramos traumático ver la posición forzada de brazos y piernas, posición que apenas permite respirar. Con dulces eufemismos nos hemos acostumbrado a llamar cruz a cualquier cosa que nos moleste un poquito, y hemos apartado el horror natural que debería producirnos la Cruz Sangrienta. Me encanta ese nombre. Mil veces lo prefiero al de Cruz Gloriosa, me parece que éste es más plástico. O quizá más macabro. Pero es que lo que ocurrió fue macabro. Él no fue crucificado entre algodones. No sangró "un poquito".

Me da miedo, lo reconozco. Me da miedo pensar que no me da miedo. Me da miedo pensar que a un ateo no le horroriza la cruz, no le escandaliza, le da igual, es capaz de verla y observarla sin romper a llorar. Me aterrorizo cuando me doy cuenta de que la muerte y resurrección son hechos cotidianos, privados de toda la pompa que merecen, de toda la actitud de horror, que sólo los que sabemos la verdad y vivimos en ella somos capaces de convertir en alegría. No sentimos ese horror, ¿cómo vamos a sentir la alegría?

¡HORRORÍZATE CON SU MUERTE, Y ALÉGRATE DE QUE FUESE EL PRECIO QUE PAGÓ POR TI! ¡A CADA GOLPE DE FLAGELO, JESÚS MURMURABA TU NOMBRE ENTRE DIENTES! ¡EL TUYO!

POEMAS CORTOS

Las blancas cordilleras que creyeron que todo era mentira… ellas murieron con el primer verso del mundo.
Pero hoy han resucitado. Y relucen con luz nueva, desafiando a la oscuridad negra, macabra.

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La bandada se marcha. Y yo vuelo con ella. Batimos nuestras alas de poesía, y nos acompaña un canto irreal, extraño.
(De una voz potente, irreconocible, cálida. Que viene y se va. Y se prende.)

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Rojo era todo. Roja la ciudad y rojo el páramo. Sólo el camino de sal escapaba a aquella muerte. Tal vez por eso era camino de salvación, derrota de todo mapa o sufrimiento.

(Ellos no lo saben. Porque si lo supieran, dejarían todo, todo, y se pondrían a caminar…)


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La libertad cae sobre mí. Velo de besos enardecidos, brillo semifelino en la noche, ella destruye fieramente el negro tapiz de mis pecados.

¡Oh corta, rasga, rompe; libertad! ¡Que sangrar no es nada comparado con este peso! ¡Que prefiero tu dolor a este mundo de desiertos! ¡Corta, corta, corta!

NUEVO SALMO RESPONSORIAL

Tú eres la poesía, Señor, que se derrama desde mis labios polvorientos.

Camino tras tus pasos por el afilado camino de un verso. Tu perfume se deshilacha, se prende de los matorrales. Hay algo en el aire… quizá hoy me toque tu dulzura.

Tú eres la poesía, Señor, que se derrama desde mis labios polvorientos.

Miedo, duda, terror… todo huye de tu luz. Se acicala el rocío, vuelven las palomas. Se oye una extraña música por todos lados. Quizá sea tu eco, tu regreso triunfal sobre las olas de un Sinaí resucitado.

Tú eres la poesía, Señor, que se derrama desde mis labios polvorientos.

Tú eres la poesía que se derrama de mi ser. El golpeteo del martillo, las sienes y manos agotadas, todos se han asomado al sol en este castillo derrumbado. Corre tu descanso por sus venas.

Tú eres la poesía, Señor, que se derrama desde mis labios polvorientos.

Te presento mi poema quebradizo, tú sonríes y me besas, tú me acunas. Me duermo mecido en tus caricias, mientras bebo la savia del bosque de tus labios.

Tú eres la poesía, Señor, que se derrama desde mis labios polvorientos.

DESAYUNANDO

Hoy desayuno café y tostadas. Ayer fueron magdalenas, y mañana, aún no lo sé. Pensándolo bien, no sé nada de lo que pasará mañana. Lo único que estoy seguro de saber son esas pequeñas cosas en las que nadie se fija, tan inútiles, tan como ceniza. Sé que hay jirones de sonrisa en el cielo (algunos expertos los llaman estrellas). Sé que cuando andamos por la acera, uno, dos, uno, dos, la tierra se estremece, sabe que algo va a ocurrir. Sé que las aves no emigran, sólo buscan a Dios, sé que los árboles se mecen en honor de su Creador, sé que a su son bailan las hojas otoñales. En cada crucifijo hay más vida que en toda la tierra. Pero en esas cosas no repara ninguno. En realidad, tampoco yo tengo tiempo. Apuraré mi café e iré a mis quehaceres, tan mundanos, tan sin latido ni poema. Saldré por la puerta, pero antes miraré hacia mi Pantócrator y diré: “Hasta luego, Señor. Mañana volveré a pensarte mientras esté desayunando.”

(ACERCA DE) LAS COSAS HERMOSAS

Un beso arrancado al tapiz de la vida. Dos lágrimas, y la tercera en un cristal. La hoguera que alumbra el amor de los esposos. Un susurro de cariño que arrasa un bosque entero. Dos versos de Borges. Una sonrisa. La luna.

Todas estas cosas pueden salvar el mundo o destruirlo. La diferencia está en la dirección. Por eso, oh Señor, te suplicamos que tú las encauces. Tus órdenes duran más que el tiempo. Tú sabes que no estamos preparados para el final…

(Porque, no nos engañemos, esta belleza está presagiando el final.)

lunes, 14 de enero de 2008

Ceguera

El otro día estaba sentado en unos escalones y, al levantarme bruscamente, se me nubló la vista durante unos instantes. Pero yo seguí andando, porque sabía que si seguía recto no me bajaría de la acera y no tendría obstáculos. Cuando se me despejó la mirada vi que, efectivamente, nada me había ocurrido, y que estaba bien y aún encima de la acera.

¿No ocurre muchas veces eso en nuestro camino espiritual? De pronto se nos nubla la vista, ya no vemos, las evidencias de nuestra Fe se nos hacen confusas... pero al ocurrirme la anécdota anterior me di cuenta de que lo que hay que hacer ante la "ceguera espiritual" es seguir andando. Dios nos muestra dónde ir, aunque luego nos ciegue momentáneamente. Y si seguimos el camino que sabemos correcto porque ya lo hemos visto, igual que yo seguí andando hacia adelante aunque no veía y pararme parecía más sensato (porque ya sabía por dónde ir), disfrutaremos del gozo de haber permanecido fieles al Señor pese al "no-ver", a las dudas. Por eso, y para cuando asalten las dudas y el desasosiego de todo caminar cristiano, de toda vida en realidad; ¡sigue andando! ¡Sabes por dónde ir! ¡No te pares, que el Señor se acercó a la higuera y le pidió fruto aunque no era tiempo de higos! ¡En la tribulación toca ser aún más fiel!

Me recuerda a una película. Es de Disney, y ahí un personaje dice: "Sigue nadando, sigue nadando, sigue nadando, nadando, nadando..."

Yo que tú...

Es una frase que hay en una canción de un conocido cantante que, curiosamente, no es cristiano:
"Yo que tú acepto a Jesucristo y me pongo el emblema".
El por qué un cantante que no es para nada cristiano canta una canción donde se dice eso es algo que no viene al caso, aunque hay que reconocer que es extraño. Lo que viene al caso es que la frase ésa me dio mucho que pensar.

Reflexionando, me di cuenta de una gran verdad: el cristianismo ha de ser emblemático. No sólo hay que ser cristiano, sino además hay que parecerlo. Y "publicitarlo", "pasar apercibidos" en nuestro día a día. Es un mandato de JC, de nuestro Dios admirable, que hagamos discípulos a todas las gentes, y no podemos hacerlo si nos camuflamos. Hemos de ser banderas bien altas, hemos de decirlo, y decirlo con orgullo. Y, por supuesto, dar ejemplo.

Siguiendo esto, una de las cosas que he hecho (no es que sea muy importante, pero es curioso) es ponerme una cruz (bueno, un rosario) al cuello. Es un emblema físico, que me recuerda que yo he de ser un emblema vivo. Mola porque brilla en la oscuridad, haciéndome ver que yo también he de brillar en lo oscuro, para ser luz de los que andan en "tinieblas y sombras de muerte". Pero, cuando lleva mucho tiempo sin darle la luz, se apaga. Igual es impresión mía, pero parece ser que si no le da la luz, no puede brillar luego. Y aunque sea algo subjetivo y no real, prefiero pensarlo así, porque me recuerda que si no me pongo en oración ante la luz del Padre, Hijo y Espíritu Santo, no podré brillar yo luego. Para guiar a personas hacia la luz he de llenarme hasta casi estallar de ella. "Ponerse el emblema" es "ser el emblema". Y quiera Dios que me parezca algún día a mi rosario.

Y a vosotros os digo: ¿habéis aceptado ya a Jesucristo? Y, si lo habéis hecho, ¿a qué esperáis para "poneros el emblema"?

jueves, 10 de enero de 2008

Frases extremas

He aquí un recopilatorio de frases chulas. Me gustan sobre todo por la clara anteposición que hacen de la religión a cualquier otra cosa de la vida. En todas rezuma que lo más importante del mundo es Dios, que ha de ser lo primero. Algunas hablan directamente de ello, otras no, pero en todas aparece esto. Ahí os van:


"¡Dios mío, antes morir que ofenderte!" (Madre Teresa Gallifa)

"¡Dichosos los que viven en tu casa [la casa de Dios]; siempre cantan tus amores! (...) Porque estar en el umbral de tu casa es mucho mejor que habitar en las mansiones." (Salmista)

"Justicia sólo hay en el infierno; en el Cielo impera la misericordia" (Un francés que no me acuerdo del nombre)

"A algunos les gusta jugar con fuego/ pero hay un Amor mayor que todo eso,/ y yo sé bien que Dios ha sido siempre bueno conmigo./ Los malos tiempos vendrán y se irán/ pero una cosa sé con seguridad:/ que cuando muera seré el hombre más rico del mundo." (Guardian, rock cristiano)

"Volver la mirada de uno mismo hacia Dios, dejar de mirarnos, y ponernos bajo la mirada del Creador, para descubrir quiénes somos" (Jo Croissant)

"Nada nos separará del amor de Dios. Ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni los peligros ni la espada podrán separarnos de su amor." (San Pablo)

"Si no os afirmáis en mí, no seréis firmes." (Oráculo de Yahvéh, en boca de su siervo Isaías)

"El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge a mi lado, desparrama." (Jesucristo)

"´Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá´... ¡Reza! ¿En qué negocio humano te darán tanta garantía de éxito?" (S. Josemaría Escrivá)

miércoles, 9 de enero de 2008

Libertad de expresión

Libertad para expresar desacuerdo, pero nunca acuerdo. Libertad para yo no me conformo, para yo pienso así, para así soy yo y también las cosas. Libres, libres para convertir mis convicciones firmes y las opiniones de mi vecino en dogmas igualmente respetables. Libertad para decir ¡soy libre!, pero que nadie se le ocurra decir somos esclavos. Libres como son libres los pájaros obligados a volar constantemente, sin poder jamás descansar. Os presento a santa Libertad de expresión. Y, ante su nombre, toda rodilla se doblará.

(Y nadie, tenedlo muy claro, podrá decir nada contra ella.)

Apocalipsis IV

Pero por segunda vez vimos a lo lejos una columna de gente que se acercaba. Su avance era aún más lento que el de nuestros nuevos hermanos. vislumbramos una cantidad de gente muy superior a la del Numero, mucho más del doble. Y el Espíritu intervino de nuevo, y supimos que eran los que SÍ habían oído hablar de Cristo en vida pero no habían querido seguirle, le hebían dejado de lado para vivir y disfrutar la vida de pecado. Y tan sólo eso había sido su condenación, pues Cristo no podía incluir en el Número a los que se habían negado a inscribirse en el Libro de la Vida. Se aproximaban, y los empezamos a distinguir. Avanzaban con odio y terror en el rostro, y también con rabia por haber sido tan lerdos, y parecía que eran forzados a avanzar, que alguien les empujara por las espaldas. Había de todo, gente que había ofendido y odiado a Dios muchísimo y gente que simplemente le había dejado de lado, gente con pecados muy graves y gente con pecados menos graves, porque no eran sus pecados lo que les había condenado, sino la simple negación de una verdad que estaba ante ellos, ofreciéndose pero dejando espacio a la libertad. Caminaban satánicos junto a moralistas que se consideraban "buena gente", pederastas y necrófilos junto a tíos que simplemente se habían acostado con sus novias, mafiosos junto a ejecutivos agresivos... Y todos se sabían culpables, y todos sabían que se habían condenado, que su destino era la gehenna. Se colocaron en una inmensa fila al Este, y la vista no alcanzaba a ver dónde terminaba la fila. Cristo les miró, y vimos en su mirada pena y dolor. Les tendió la mano, y dijo con voz quebrada:

-Esto no tenía que ser así . Yo os quiero, ¿por qué me rechazasteis? ¿No visteis donde terminaba ese camino? ¿No visteis que yo no quería eso para vosotros?

Y se puso a llorar mansamente. No era un llanto desesperado y sollozante, mantenía la compostura, pero las lágrimas le resbalaban por el rostro. Les miraba, y no podía parar de llorar. Pero al fin, suspiró y nos volvió a mirar a nosotros, y su mirada era tierna, y todos estábamos embobados con su rostro. Y el Espíritu sopló una vez más, y nos reveló que íbamos a ascender a las puertas del Cielo, donde se nos unirían todas las almas del Cielo, el Purgatorio y la gehenna, para celebrar el Juicio Universal. Pero antes de eso, se oyó un fuerte ruido, y aparecieron tres ángeles, vestidos con armaduras blancas y empuñando espadas de fuego. Señalaron a Cristo, y con fuerte voz dijeron:

-¡Éste es el Cordero de Dios, el Hijo del Padre, a quien el Padre entregó el Nombre sobre todo nombre! ¡Y ante su Nombre, toda rodilla se doblará!

Y así fue. Todos los presentes, los pertenecientes al Número y los que no habían querido formar parte del Número, obligados o libremente, con miedo o con alegría, nos arrodillamos todos a la vez, y adoramos la gloria de Cristo resucitado.

Apocalipsis III

Entonces, el mar se retiró, y por el fondo del mar seco vimos llegar a un gentío no menos numeroso que nosotros. Avanzaban más lento de lo que habíamos avanzado nosotros (pues iban andando, no corriendo), así que no los distinguíamos bien. Pero el Espíritu Paráclito sopló otra vez y supimos que eran todos aquellos que no habían conocido a Dios, los que habían llevado una vida de amargura y pecado porque nadie les había hablado de Cristo. Y también marchaban con ellos los que pertenecían a otras religiones y habían practicado lo que consideraban correcto por la religión en la que creían: budistas, musulmanes, judíos, hindúes... La multitud caminaba de una extraña forma: estaban apesadumbrados, pero alegres. Estaban apesadumbrados porque lamentaban no haber conocido a ese Dios tan maravilloso antes del final, para haber podido saborearle en su vida cotidiana, pero estaban alegres porque tenían la esperanza de que Jesús, tan misericordioso, les acogería igual, pese a no haberle seguido a Él expresamente. Se colocaron hacia el Oeste, más allá del enorme círculo que hacíamos nosotros, formando una ancha fila que se extendía hasta muy, muy lejos. Y nuestro dulce Jesús les miró, y vimos en sus ojos... amor. El mismo que sentía hacia nosotros. No había cambiado su mirada en absoluto, nada. Y el Espíritu nos hizo saber que el Número había cambiado, y que ellos también habían sido contados en el Número, y eran amados por Cristo de igual forma que nosotros y no había diferencia entre ellos y nosotros. Jesús se había apiadado de ellos, y ellos, dando gritos de alegría, se unieron a nosotros, que les abrazamos con alegría y éramos hermanos suyos desde ese momento en adelante. Sin reticencias. En la nueva venida de Cristo, las reservas habían desaparecido junto a la enfermedad y al pecado.

Apocalipsis II

Al salir a la calle Colón, vimos a una enorme riada de gente que corría calle abajo. Eran todos los cristianos, que también habían sentido la llamada y se apresuraban a responderla, gritando y cantando alegres. Los cojos tiraban sus muletas, las ancianas brincaban como chiquillas, los discapacitados corrían sobre unas piernas perfectamente sanas, los paralíticos cerebrales se levantaban de sus camas y se unían a la muchedumbre y los mudos entonaban cánticos junto a los tartamudos, pues el pecado había acabado, y todas sus consecuencias habían desaparecido en los hijos de Dios, incluida la enfermedad. Nos dirigíamos al puerto, sin preocuparnos de cómo llegar, de qué hacer cuando llegasemos a las orillas del mar, daba igual, Dios había vuelto, todo era júbilo, los caminos habían sido allanados. Al llegar a la orilla, seguimos corriendo por encima del agua. Nuestros pies pisaban firme sobre el líquido, y las olas no nos estorbaban. Corríamos como locos. El número de gente seguía aumentando, pues se nos juntaban los hermanos catalanes, gallegos, madrileños, vascos... todos los cristianos de España iban hacia el mismo sitio: Israel. Llegamos a Israel y nos dirigimos hacia donde el Espíritu, que era el que nos había llamado, nos indicaba. Era el monte de la Ascensión. Allí, en la cumbre, nos esperaba Él, nuestro Cristo, nuestro amor. Sus ropas eran resplandecientes, e irradiaba una dulzura y un cariño sobrecogedores. Tenía los brazos abiertos, y nos miraba, con la cara del que ha esperado mucho, del que se alegra de ver a alguien estimado tras tiempo de separación. Corríamos muchísimos, pues junto a nosotros venían también los cristianos italianos, franceses, alemanes, griegos... Éramos todos los cristianos del mundo de todas las iglesias, el Papa corría al lado de los patriarcas ortodoxos y los pastores protestantes, y todos nos desgañitábamos en alabanzas por igual. Nos dispusimos alrededor del monte, rodeando a Jesús por todas partes, ansiosos de estar cerca de Él. Seguía llegando gente y gente: americanos, chinos, australianos... Pero al cabo de un rato pararon de llegar. Entonces, Cristo miró a su alrededor, y todos vimos en su mirada su inmenso amor. Y dijo:

-El Número se ha completado. Éstos son mis fieles, aquéllos que me han amado y se han sostenido en mí sin poner su vida al servicio de sus enemigos. En ellos me complazco. Y ahora, ya pueden venir los otros.

Apocalipsis I

Y de pronto apareció ante mis ojos una vigilia pascual, la que celebro todos los años en mi parroquia. Mientras seguíamos la liturgia, de pronto nos asaltó la certeza absoluta de que Cristo había vuelto. No era un "pensamiento infundado colectivo", era una certeza absoluta y firme. Y junto con dicha certeza nos vino también la de que toda la humanidad, desde el país más importante al más pequeño, hasta el último ciudadano de la última ciudad, tenían también dicha certeza, aún aquellos que jamás habían conocido a Jesús. El mundo se había acabado. La gran venida había llegado.
En la iglesia, que se había quedado en silencio ante tan maravillosa noticia, empezaron a sonar gritos de júbilo y aleluyas. Pronto todos nos unimos a ellos, y la iglesia se llenó de cantos y palabras de alabanza. De repente, empezamos a correr hacia la puerta. El Señor nos llamaba. Había que acudir.

martes, 8 de enero de 2008

Entre lujuria y puñalada

El otro día vi una peli que me hizo pensar. No porque fuera buena, por cierto, sino por lo que me planteé a partir de su mierdoso (que lo era) argumento. Un asesino mata muchachos adolescentes, pero como está salido solo mata vírgenes. Consecuencia lógica: los chavales organizan una macro-orgía para desmarcarse como posibles víctimas. (Parece el argumento de una peli porno, pero no lo es; lo central de la historia es el asesino.)
La reflexión me surgió cuando me planteé qué haría un cristiano, mejor dicho, qué haría yo. ¿Tendría los huevos de arriesgarme a morir por defender mi pureza, al estilo de santa María Goretti? ¿O me entregaría al placer carnal? Y entonces recordé esas palabras de nuestro gran maestro JC: "No temáis a los que matan el cuerpo, temed más bien a los que pueden matar el alma". Y me di cuenta de que un cristiano no puede temer una muerte, y menos si el precio de no morir es pecar (tantos mártires muertos por negarse a blasfemar). En palabras de Teresa Gallifa: "¡Dios mío, antes morir que ofenderte!".
Pero profundizando en mi reflexión, me di cuenta de que hoy en día no estamos tan lejos de la situación planteada en ese bodrio de película, porque ¿acaso no es un "suicidio social" defender ciertas verdades? ¿Cuántas veces no defendemos la pureza por miedo a la puñalada de la burla de los demás? ¿No es por temor por lo que NO decimos "mire usted, las relaciones prematrimoniales no", "la homosexualidad es pecado"? Y en realidad es la misma elección: vivir para la carne y morir al espíritu, o renunciar al aprecio de los demás, "muriendo" a ellos, a cambio de la defensa del único que vale la pena. Y, como cristianos, hemos de escoger la puñalada, la muerte violenta, y no la macro-orgía.
Y creedme si os digo que habríamos hecho la mejor elección de todas.